viernes, 19 de septiembre de 2014

LAS COSAS PEQUEÑAS

LAS COSAS PEQUEÑAS


Las  cosas de la vida en su 99% son cosas sin importancia, otra cosa es que sean rutinarias o no. Eso es cosa nuestra y nuestro es como las califiquemos y valoremos: trabajo, relax, compromiso, pasatiempos, obligación, devoción…

Labrando unas piedras estaban dos obreros. Uno decía que estaba labrando una piedra y el otro que estaba haciendo una catedral. Los dos tenían su punto de vista a la hora de decir lo mismo. En la vida llevamos dos alas para volar, con las dos estamos pidiendo al aire de la vida que nos den, dependemos de lo que nos den para ser felices, pero es con la cola con la que cogemos la dirección correcta. El valorarnos y estimarnos depende de nuestro interior, no de los demás. En la medida que yo no me esté creyendo que soy miedo y carencia, tendré las alas ágiles para volar libre. Entonces, ¿cómo he de vivir mi vida para que sea realizadora y enriquecedora?

Mi querido amigo, los problemas que llevamos y traemos a cuestas son el resultado de las cualidades que no desarrollamos. Y necesitamos no sólo desarrollarlas, sino que además tienen que desarrollarse armónicas las tres básicas: amor, inteligencia y energía. Podemos desarrollar la amabilidad, pero somos débiles y lo permitimos todo de tal manera que no seremos más felices con el amor que desbordamos. Podemos ser muy inteligentes pero no desarrollamos el amor y seremos unos desgraciados. Casos de esto que digo conocemos a montones.



Yo me convierto y me realizo en lo que pongo en activo, en la carne que echo en el asador y en todo lo que expreso. No basta sentir mucho una cosa o pensar muy bien. Sólo se cierra el círculo de la obra acabada cuando lo expreso y lo realizo, de ahí la frase del apóstol: “Fe sin obras…”. Nos equivocamos cuando creemos que ya soy prefecto porque mi pensamiento lo es o siento mucho un pesar o un dolor, una tristeza.

La clave está en que yo conciencie mi vida real, no una fantasía espiritual maravillosa, sino la realidad simple y pura que forma un puzzle  con todas las demás y que en cada cosa pequeña vea un pararrayos donde se mimetice como la cosa más importante que aquí y ahora
me otorga la vida realizar, así de simple es todo. Hacer perfecto cada acto que hago, siendo consciente en primer lugar, no viviendo en la luna y luego echarle una pizca de amor y un chorrito de energía, cociéndolo con un buen calor de luz inteligente y esa será la receta con la que guisaremos la vida, que se nos escapa de la mano en un tiempo sin tiempo.

Eusebio López

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