ENEMIGOS EXTERNOS
Las parejas no se separan por falta de amor, sino por falta de pasión.. El sentimiento y la emoción son un modo de manifestar el amor, pero no se pueden confundir con el amor, que es pura potencia del ser. El amor es mi propio ser. Yo no tengo amor, soy amor. Es mi identidad, por eso, cuando fracaso en su realización, no hay nada que me frustre más. Los brazos del amor son la comprensión y la comunicación. El amor es inmaduro cuando está al borde de la infancia sin desarrollar los brazos y los pies. En esta situación el compromiso es imposible.
A la hora práctica de convivir en pareja, el hombre quiere sexo y la mujer necesita ternura y cariño. Cuando pasa el período de pasión pura se crea la impresión de que a ella ya no le interesa el sexo y él parece que se ha convertido en un obseso sexual. Ella espera que la digan que la quieren y el hombre está convencido de que no necesita decirlo, pues con entregar el sobre ya lo demuestra todo. Un hombre, para que se sienta feliz, necesita un poco de mimo y un mucho de comprensión; y una mujer tiene que sentirse muy querida y según el hombre, no intentar entenderla. Una mujer se casa a veces con un hombre esperando que cambie, pero no lo hace; y un hombre se casa con una mujer esperando que no cambie nunca, pero sí lo hace y muy pronto. La mujer es cíclica y por eso cambia de humor sin que al hombre le dé la oportunidad de caer en la cuenta de la nueva situación hormonal que se ha creado. El hombre, ignorándolo, se vuelve inoportuno. Por esto muchas veces las relaciones eróticas se convierten en neuróticas.
Para que una pareja se mantenga funcionando como el primer día necesita transfusiones de sangre del alma de comunicación y compartir unas reglas consensuadas de convivencia. De no ser así, pronto será la pareja una guerra, la única guerra en la que se duerme con el enemigo. La química hay que mantenerla viva para que siga regulando la pasión que les llevó a unirse de por vida
El trabajo de los dos, los apuros de la hipoteca y la sociedad con sus imperativos de vacaciones, y los hijos, cuando los hay, hacen que se vuelva titánico el empeño de mantener caliente una emoción que se prometieron para siempre. Con los estímulos exteriores tan fuertes y las horas que pasan fuera, si ellos dos no se alimentan con constantes comunicaciones muy gratificantes, de tal modo que se mantengan tan nutridos de amor y ternura que no necesiten comer fuera.
LOS ENEMIGOS INTERNOS
Estos son los enemigos externos, pero hay otros internos, más silenciosos y ocultos,. que son los que llevamos cada uno de nosotros dentro de nuestro inconsciente. Cuando ya hay una aversión a mi pareja, a quien echo la culpa de todo lo que ocurre, es que estamos involucrados en problemas afectivos anteriores. Estos sentimientos heridos los desplazamos ahora a nuestro partenaire, sin darnos cuenta que él o ella nada tienen que ver con semejantes fantasmas nuestros personales que ya tienen historia. La frialdad que se crea entre los dos arrastra todo tipo de afectos, incluído el amor. Entonces exigimos al. ”Otro “y le cargamos con culpas que no le corresponden y, por otro lado, nosotros no aceptamos nuestras propias carencias. Estamos ciegos de nuestros trastornos sicológicos. Es una ceguera que vuelve inhabitable la vida de pareja.
La queja se vuelve rentable. Eso ya lo aprendimos en la cuna. Con ella uno justifica todo y se hace acreedor a todo derecho. Comida, mimos y atención. ¡Ay, pobre de mí! ¿Qué hecho yo para merecer esto? La comunicación se infantiliza y se vuelve pegajosa y azarosa. Todo son reproches y culpabilizaciones que cada vez lo enredan todo más. Ahora es cuando necesitan una negociación y un experto que les ayude a salir del atolladero.
MIEDO AL COMPROMISO
El miedo a vivir nos produce la mayor parte de problemas. Yo tengo miedo a entregarme a mi pareja. Desconfio, porque creo que voy a salir perdiendo. Así muchos hombres no esperaban tener lo que tienen y pocas mujeres tienen lo que esperaban. Tengo miedo a que me cambien y a perder la libertad. Porque yo quiero ser eso que creo ser y no soporto que nadie cambie mi manera de ser. Y entonces intento yo cambiar a mi pareja con mis manejos y artimañas para que el otro no me lo haga a mí. Intento que el otro se adecue a mis gustos como ya lo hice con mi madre. Si tú no tuvieras ese mal carácter, no habría ningún problema” ” Si no hicieras tanto caso a tu madre….” Ya te tengo dicho…si no fueras cascabel de casa ajena y cencerro en la tuya….””Necesitas que te digan cuatro cosas bien dichas”” Y me he quedado más largo que ancho. ¿Esa es toda mi comunicación? Con esa gasolina no se llega muy lejos.
Si esto ocurre ante “una mujer que ama demasiado” puede darse una conexión neurótica entre los dos .Y, si no, la guerra de las galaxias.
Ya lo dice el Profeta: Amaos el uno al otro, pero no hagáis que el amor sea una ligadura. Estad unidos, aunque no demasiado juntos: porque las columnas del templo se hallan separadas, y el roble y el ciprés no crecen uno bajo la sombra del otro. Pues sólo la mano de la vida puede contener vuestros corazones. El profeta nos enseña que mantengamos nuestro territorio independiente y desde ahí enriquezcamos y pongamos en común nuestra danza, siguiendo un mismo ritmo, unidos por la misma música. La del amor.
Eusebio López
( Terapeuta de Parejas)
sopenaizoria@hotmail.com